Obligaciones de un buen cazador de reclamo

Un reclamista debe seguir una serie de recomendaciones:

  1. Adquisición y cuidado de los reclamos. Aunque diversos lugares tienen fama, de cualquier procedencia, sean de campo o de granja, podemos obtener perdigones fenómenos, excelentes, mediocres y malos. Pero quien ha de hacerlos buenos o malos es el cazador, habida cuenta que es la ‘pólvora’ bien empleada la determinante. En mi modesta opinión, es mal reclamista el que se acerca a los jauleros para irse a los puestos, porque los perdigachos conocen a sus cuidadores y extrañan a quienes ven de año en año.
  2. El cuidado ha de ser esmerado, especialmente durante la muda, cuyo proceso biológico les produce inapetencia, pagándolo algunos con la muerte. Tenemos que instalarlos en espacios amplios, con la máxima higiene: poner una parte de tierra de labor, otra de arena de río limpia y la otra de ceniza vegetal para que se revuelquen; la ceniza preserva del piojillo. El pienso ha de ser el más apetitoso, poniendo, separadamente, mezcla de trigo con diversas gramíneas y gránulos de harina, que contienen vitaminas y proteínas con sucedáneos de verduras, evitando así que puedan venir fumigadas con insecticidas, lo que podría producir trastornos y la muerte. Uno no se debe precipitar en sacarlos de los terrenos, recortarlos y pasarlos a las jaulas. En lo referido a encelarse, cualquier pájaro de ley se encela tan pronto lo pongamos en la canastilla y oiga a alguna hembrilla o macho que lo desafíe. Mis reclamos los paso a sus jaulas sobre la primera decena de diciembre.
  3. El principal protagonista en los puestos es el reclamo.
  4. Respetar nuestra excelsa naturaleza y a las autoridades cinegéticas.
  5. No caer en la codicia de llenar el zurrón ni rivalizar con los compañeros.
  6. No disparar hasta que las montaraces lleguen al pie del hacho, canastilla, tanto, pulpitillo, mampostero y otros, según la zona. También debemos disparar cuando la jaula esté de recibo, especialmente los pollos jóvenes, que no cortarán al traquío. Hacer las menos carambolas posibles, porque no es infrecuente que alguna quede aleteando, y no agrade a la jaula y menos a los jóvenes, que pueden caer en resabios difícilmente corregibles.
  7. No recortar los picos si no es absolutamente necesario, ya que el pico que se recorta se atrofia. Para que ellos mismos los mantengan correctamente es bueno instalar en el interior de las jaulas una piedrecita alargada y rugosa. Asimismo, las expresadas jaulas deben llevar un comedero en su interior que, además de contener comida para la jornada, suele invitar a los reclamos a ‘titear’, recurso supremo e infalible que utilizan los buenos perdigones para que entren las patirrojas más escamosas. Los extremeños denominan el titeo como “llamada a comedero”.
  8. Al término de cada lance aproximar las víctimas a la jaula, lo que suele alegrar y enardecer al reclamo.
  9. En las plazas con laderas pronunciadas poner la jaula arriba, porque de lo contrario suelen arrearse algunos tiros.
  10. En cuanto a los pollos del primer celo, todas las facilidades son pocas. Es ideal alguna hembra viuda. De la prudencia del cazador dependerá el futuro del pollo. No ignorar que es fatal errarle los primeros tiros.
  11. Desechar la absurda costumbre de tirar a los pollos unos pocos tiros y dejarlos para el siguiente celo.

Muy importante, repito que a los perdigones los hace la pólvora bien empleada.

Editado por el Coto de Caza.

Redactado Cinegética La Mancha.

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